jueves, 23 de junio de 2016

Partida

Los (pocos) lectores habituales de este blog habréis imaginado que no he tenido mucho tiempo de escribir estos dos meses. El trabajo, la casa y otros proyectos que tenía parados a la espera de trabajo me han tenido bastante ocupado.

Precisamente, por el trabajo (o la falta de este), llevo notando un tiempo un fenómeno que, si bien en otras latitudes ha sido más habitual durante décadas, aquí es relativamente reciente: la emigración.

Es cierto que esta zona no ha sido una de las más castigadas por el desempleo, pero la falta de expectativas hace que se exiga una movilidad mayor, que en el caso de las grandes ciudades no es tan acusado, sin embargo aquí ha hecho que gran parte de mi grupo de amigos hayan tenido que irse a trabajar a cientos de kilómetros, y que de los que quedamos aquí, yo tengo el puesto de trabajo más cercano a mi domicilio y son 25 km. es decir, nadie trabaja en la localidad de residencia. Todos fuera.
Es triste ver como tu pueblo se vacía, ver que tus amigos se van. No me preocupa el quedarme solo (el grupo ha quedado bastante reducido), ya que todo el tiempo que pasé fuera me ha hecho desarrollar recursos para tirar para adelante. Sin embargo, cuando regreso a mi localidad natal se me cae la moral al suelo.

Esa ciudad es poco más grande que mi pueblo. Casi toda mi familia vivía ahí, pero entre que mis abuelos se murieron, tíos a los que les he perdido la pista y que ninguno de los primos ya vivimos allí, ya sólo voy a visitar a una tía con la que tengo una relación muy cercana. El caso es que, con el ajetreo que llevo, llevaba bastante tiempo sin ir a verla.

Fue el que llevaba tiempo sin ir, que ese sitio lleva buenos recuerdos (quizás de los mejores) de mi infancia, junto el ver las calles medio vacías un domingo por la tarde, hizo que se me quedara mal sabor de boca. Al caer la noche, entramos a un bar a cenar un bocadillo y pusieron el "Shape of my Heart" de Sting, canción melancólica donde las haya.

Los días posteriores, cada vez que escuchaba esa canción, me entraba una sensación de tristeza y melancolía como hacía tiempo que no experimentaba.

Pseudoalucinación parasitaria de hoy: Shape of my Heart - Sting.

8 comentarios:

  1. Pues la verdad es que sí, volver a los sitios que uno recuerda como suyos y encontrarlos así de abandonados tiene que ser tan triste como qué-sé-yo, visitar el soleado y bullicioso lugar de vacaciones habitual fuera de temporada, cuando el cielo está gris y por la calle no anda ni Rita. Contra esto que cuentas no sé que remedio se podría tomar, es una pena que los pueblos se vayan extinguiendo hasta desaparecer pero en algunos casos parece un proceso irreversible, es un fenómeno contra el que no puede ni siquiera esa vuelta al mundo rural que parece le ha dado por desear experimentar a la modernez...total que eso, una pena, y con el bajonero del Sting que nos has puesto de melodía de fondo uno ya no sabe si tirarse al tren o al maquinista ( como dice una amiga mía, jeje ).
    Abrazos, feliz inminente fin-de y que sigas felizmente ocupado mucho tiempo más, aunque suponga que nos dejes un poco en el abandono :-)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. no deja de ser una pena, porque mucha de la gente no se va porque le apetece, sino por pura necesidad.

      Cierto es que Sting no es lo mejor para levantar el ánimo después de ver esa postal, jajaja. Y lo del maquinista es de lo mejor que he oído últimamente ;-)

      Un saludo.

      Eliminar
  2. ¿Poner música de Sting se puede considerar como inducción al suicidio? :)

    Personalmente soy muy urbano, sólo he vivido en un pueblo durante poco más de dos meses para ahorrarme dinero en el alquiler y me acabé dando cuenta de que me compensaba más pagar más y seguir en la ciudad.

    Abrazotes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé si induce o no induce, pero el fabricante del Prozac le estará eternamente agradecido :-P

      Mi ciudad natal no era muy grande, pero tenía un dinamismo que era la envidia de otras localidades mayores. Es por eso que se hace más triste la caída. A mí, en cambio, me agobia una ciudad muy grande, aunque tampoco quiero pueblos pequeños.

      Un saludo.

      Eliminar
  3. Yo soy muy pro de que vuelva el auge rural, la agricultura ecológica y el resurgir de los mercados y el comercio local. Nos hemos olvidado de tantas cosas, de esa vida en el pueblo tan maravillosa. Si pudiesemos sumar eso a todos los avances que tenemos ahora viviríamos en un país mejor, sin duda. ¡Es una pena!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso es lo triste, al final todos apiñados en las ciudades. Y me temo es que ni allí vamos a tener todos un sitio :-(

      Un saludo.

      Eliminar
  4. Pues lamento decirte que todo indica que el fenómeno se va a agravar (y mucho). El envejecimiento va a causar estragos. Entiendo la sensación de tristeza, sólo queda pensar que si se han ido es para mejorar... o mejor no pensarlo mucho...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya me hago una idea.

      La gente mayor se muere y los jóvenes no tienen expectativas... No pinta nada bien y habrá que acostumbrarse.

      El problema es que estas cosas no se habían visto por esos lares...

      Un saludo.

      Eliminar