domingo, 29 de abril de 2018

Sin tiempo ni nada que contar

No me prodigo mucho por aquí, pero el tiempo no me sobra y cuando lo tengo no abundan las cosas que contar. Hoy estaba en esta tesitura y me he decidido a enumerar lo que no tengo que decir, porque básicamente todo sigue igual.

En el trabajo seguimos igual, que no es poco. La ventaja de haber estado mal, laboralmente hablando, es que valoras más lo que tienes aunque no sea gran cosa; sin embargo sirve para ganarse la vida sin grandes disgustos y, qué narices, en el fondo me gusta lo que hago.

Hace unas semanas estuve viendo unos pisos en venta en el bloque de al lado de mi casa y me quedé asustado del precio. Si no me puedo permitir comprar un piso en condiciones en un pueblo de mala muerte como éste, en el que la población no aumenta, me temo que me quedan dos alternativas: que mi casero no me suba en alquiler o buscar un puente bueno, bonito y barato en el que pueda alojarme en el futuro si la primera opción se desvancece.

En el terreno personal, uno de los motivos que me han robado bastante tiempo es que tuve un amago de relación que al final quedó en nada. Total, que al acabar con ello, me sumergí en un estado de asexualidad total del que todavía no he salido. Tampoco es que la actividad gay de estas tierras rurales de Dios ayude mucho a salir de ella. Por fortuna, ya está cerca el verano que, espero, ayude a romper esta rutina... Y, si no, escribiré más en el blog.

Pseudoalucionación parasitaria de hoy: Pasa el tiempo - Celtas Cortos.