sábado, 8 de noviembre de 2014

Aprendiendo a relajarme

Gran parte de lo que he vivido en relación a mi sexualidad hasta la fecha ha quedado tamizado por el miedo. Esa quizás sea la respuesta a por qué he tenido una aceptación tan tardía de mi orientación. Cuando me fijaba en alguien que veía por la calle y me resultaba atractivo me asustaba de lo que era capaz de sentir en ese momento y que no era capaz de describir. Con el tiempo lo disfracé de envidia (otro día hablaré de eso) y canalicé las señales que el cuerpo me mandaba hacia esa dirección.

No fue hasta una mala racha en lo profesional cuando empecé a pensar. Pensar en lo que tenía, en lo que estaba consiguiendo en la vida y en lo que quería obtener. Fue por entonces cuando desenmascaré los sentimientos que se escondían realmente y fui capaz de afrontar que ese chico que me cruzaba por la calle me resultaba atractivo.

Uno de mis últimos trabajos que hice antes de ir al paro tuvieron lugar en los vestuarios donde ciertos miembros de cuerpos de seguridad se duchaban y cambiaban de ropa después de ir al gimnasio. Por entonces ya tenía bastante claro lo que era pero aún no era consciente de su verdadera dimensión. Y yo andaba por allí, haciendo mi trabajo mientras unos cuantos cuerpos lozanos y de buen ver se paseaban junto a mí como Dios los trajo al mundo. Recuerdo la sensación tan incómoda y lo mal que me sentí. Me daba miedo que "se me notara algo". Miedo, otra vez miedo.

Hace año y medio me fui a hacer el Camino de Santiago. Por el camino conocí a un chico muy guapo y muy agradable. Mi cuerpo empezó a mandar señales de nuevo. La incomodidad se apoderó de mí otra vez hasta que un día me dije a mí mismo: "Relájate y disfruta de lo que tienes delante, ¿qué tienes que perder?". No pasó nada más que lo que hasta la fecha era una sensación incómoda se transformó en algo más agradable y liberador.

Luego ya vino la necesidad de conocer a alguien y llegar a algo más. Cuando me dispuse a dar los primeros pasos el miedo volvió. Miedo a un mundo desconocido para mí, miedo a no estar a la altura. Vi que iba a ser un camino más largo y duro de lo que yo pensaba. Poco a poco fui ganando en seguridad y tuve mi primera cita. El nerviosismo y angustia previa fueron tan altos que me costaba hasta comer.

Por fortuna la cita fue bien en todos los aspectos. Poco a poco me fui relajando hasta tal punto que, cuando llegué a casa, el bajón de tensión me provocó un dolor de cabeza comparable al que tuve cuando acabé la Selectividad.

Un paso más, un muro menos.

Pseudoalucinación parasitaria de hoy: Need a man blues - Bronski Beat.

10 comentarios:

  1. A mí me costó también aceptarme, pero desde que lo hice soy muchísimo más feliz. ¡Nada de vuelta atrás!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso es, no hay vuelta atrás. Antes creía que era feliz con lo que tenía pero eso ya no va a volver.

      Un saludo.

      Eliminar
  2. Todo gran viaje comienza por dar un primer paso, lo importante es ser capaz de darlo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por fortuna ya ha comenzado. Seguro que quedan unos cuantos sinsabores pero ya no me puedo permitir echarme atrás.

      Un saludo.

      Eliminar
  3. Pues adelante en ese viaje que aunque te va a traer algún que otro sacrificio también te dará mucha felicidad.

    Abrazotes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un poco de miedo sí que me dan los sacrificios que puedan venir. El miedo no es que haya desaparecido, es como si se transformara.

      Un saludo.

      Eliminar
  4. Espero que no salga duplicado, no sé a qué tecla dí y el comentario escrito no sé a donde fue.
    Te iba a decir que me siento identificado con lo que cuentas hoy, probablemente porque en esta cuestión sucede como con los gatos, que nos pensamos que el nuestro es único e irrepetible y resulta que todos hacen las mismas cosas, y las vivencias interiores que cada cual tiene sobre este tema son muy parecidas, otro cantar son las reacciones del entorno.
    Tu has dado ya unos cuantos pasos más que yo y como te han dicho antes, los pequeños "sacrificios" o momentos difíciles que puedas pasar ahora van a traducirse en mucha más felicidad, más calidad de vida y sobre todo -y tal como dices en el título del post-... más relaaaaax. Porque no hay nada que genere más tensión interior que el estar intentando permanentemente demostrarle al mundo que somos algo que en realidad no somos ni tampoco queremos ser.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una puñeta eso de escribir y que todo se vaya al garete. Conviene darle a copiar antes de publicar el mensaje pero creo que nadie lo hacemos.

      Me reconforta saber que te identificas con lo que yo escribo. Supongo que cada persona necesita su proceso, unos van más rápido y otros más despacio. Sobre las reacciones, no me quejo aunque supongo que hace quince años no hubiesen sido las mismas.

      Seguro que tú habrás dado pasos que yo no he dado. Nunca he querido mostrar nada queno fuese hacia los demás pero me he estado engañando a mí mismo muchos años. Ya he desmontado la estructura de mi vida para revisar todas las vigas y es duro tener que explicar a los demás que la fachada que han estado viendo durante años era mentira.

      Un saludo.

      Eliminar
  5. Pues nada, otro más que suscribiría gran parte de lo dicho por tí y por mis compañeros bloggeros. Primeros pasos dados, por lo que leo. ¡Me alegro! Ahora, a caminar con paso firme

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Poco a poco, pero esto es más largo que un día sin pan...

      Un saludo.

      Eliminar